9.11.05

Y por fin llegó el día... Apenas entré al aula, Rocío se acercó para decirme "Rosa, qué linda viniste... te pintaste los ojos! Es porque vamos al club, ¿no?". Y sí, yo estaba tanto o más contenta que los 22 'bichitos canasto', como les dice Irene. Organizamos (bueh... "organizamos", je...) una visita a un club del barrio, en el cual hay una biblioteca. Apenas era la una de la tarde, pero ya estaba todo listo. Autorizaciones, botellas de agua fresca, preguntas para hacerle al vicepresidente del club, mamás y abuelas, docentes y practicantes, y muchas muchas ganas de que el tiempo pasara más rápido para poder irnos. Merendamos antes de salir, y con la panza llena (de mariposas también!) nos preparamos para dejar la escuela. Una maestra y dos nenes... una mamá y dos nenes, nos formamos en la entrada... y así emprendimos el viaje a pie. Diez cuadras de canciones, charlas y algunas recomendaciones. Un imprevisto: a Lautaro se le cayó un dientito, así que en el medio del recorrido inauguró una ventanita. Hacía mucho calor e íbamos a paso de niñito de 6 años, el sol estaba muy fuerte, pero nada nos quitó la emoción de la gran salida. Llegamos y allí nos esperaba Norberto, también ansioso por mostrarnos el lugar. Los chicos lo saludaron con un ruidoso "¡Bue-nas tar-des, Nor-ber-to!". Pasamos a la bliblioteca, dos enormes mesas de madera y sillas naranjas nos invitaban a sentarnos. Las paredes repletas de libros, de arriba a abajo, de costado a costado. Norberto nos contó sobre la fundación del club y, hace muy poquito, la idea y la realización del proyecto de la biblioteca; los chicos preguntaron qué tipo y cuántos libros hay, quiénes, cómo y cuándo decidieron construir la biblioteca, pero lógicamente, lo más importante era poder hurgar un poquito entre tantos libros. Así que sin muchas vueltas Norberto nos alcanzó algunos cuentos para que podamos leer. Luly leyó un cuento en voz alta y después cada nene (y las mamás también!) elegió un librito para ojear. Nahuel y Luna prefirieron enciclopedias. Juanpi me leyó tooodos los títulos de un libro de historia universal. Encontré mi libro favorito de cuando tenía su edad, uno de Sarah Kay, escrito en letra cursiva; y me di cuenta que formaba parte de una colección que lógicamente aproveché para leer. Los chicos estaban tan contentos que Norberto decidió prestarle a cada nene dos libros para que los lleven a casa, los lean con su familia y los devuelvan a la semana siguiente. Creimos que las estanterías se caerían después de tanto bochinche producto de la alegría de los chicos, y la nuestra, porque todo salió mejor de lo que esperábamos.

upd: fotos