17.1.16

Estoy indignada. Ya vengo hace varios días viviendo situaciones cercanas donde no existen los gestos solidarios ni meramente humanos. Cualquier excusa es válida: estoy lejos, no tengo plata, no me dan los horarios, no puedo faltar al trabajo/actividad cualquiera. Pará! trabajás 72hs seguidas? no podés pedir prestados unos mangos? tanto te cuesta mover las patitas para subirte a un bondi y viajar lo que sea necesario? Ya no importa ni siquiera que los una un lazo sanguíneo o una relación de muchos años. Sólo tengo una cosa para decir: para las madres/padres y para los hijos NO hay excusas. Se hace TODO. Se invierte todo el tiempo. Se va hasta el culo del mundo, dos veces al día si es necesario, arrastrándose si no queda otra. Me siento una desubicada, yo iría a donde sea y como sea (como lo hice hasta el último día) para ver a mi mamá internada (y como ella hizo conmigo), aunque no me necesitara, al menos para estar y acompañar. Si tuviera hijos me desviviría por ellos, les daría hasta el último centavo para que tengan una vida digna y sin carencias económicas ni afectivas. Qué les pasa, gente? se olvidan que en esta vida estamos de paso? se olvidan de que la Tierra es redonda y todo vuelve? Ojalá nunca necesiten nada de nadie, pero piensen un poquito en el otro.

8.1.16

Ilusa

Si yo ya amé y fui amada, y el tiempo pasó y sanó, por qué mi ser se empecina en querer sentir algo parecido de nuevo?
Si yo ya no tenía más lágrimas para regalar, por qué ahora siento un nudo en la garganta?
Impotencia, se llama. Impotencia por querer que las cosas sean claras, sencillas y fáciles de sobrellevar y no, no importa cuánto me esfuerce, ahí está el paredón. Y yo no voy a saltarlo. Nunca me gustaron las clases de educación física. Eso de dejar la respiración y la sensibilidad de todos los músculos sólo para ver sonriendo a una atleta frustrada en la otra punta. Quise tomarme el tiempo que fuera necesario, tomar medidas, analizar la distribución de cada ladrillo, apuntalar lo que estaban a punto de caerse, sacar las telarañas de los rincones, empezar a pintar con color, de a poco, para no saturar la vista de nadie. Pero para qué? todo ese esfuerzo para darme cuenta de que la pared es infinita. Que no importa cuánto lo intente, ni cuánto lo desee, ni qué tanta paciencia regale, ni cariño, ni ternura, ni nada. Nada, nada. Es eso, no importa otra cosa, es una puta pared.