28.12.04

mi vecino ensayó toda la noche. desperté a las 3 y a las 5, pero la música no molestaba. rockeras canciones de cuna. clonaría a este sr. y lo sustituiría por los vecinos de enfrente, que hacen fiestas a pura cumbia 8 veces por semana. y por los de al lado, que tienden la ropa en la vereda prácticamente.

25.12.04

casi no me di cuenta qué estábamos festejando. no viví el día como otros años. ya 24 de diciembre? hey! perdí una semana de mi vida vendiendo musculosas talle 5. ni siquiera viví los preparativos: no compré turrones, no pensé en qué regalar, ni en llenar mi habitación de jazmines, ni en hacer pan dulce; entonces no podía pretender que la noche fuese festiva a pesar del lemonchamp.
cuando llegué ya habían empezado a circular las bandejas con matambre. me recibieron con aplausos, silbidos y un platito con rodajas de arrollado de atún. "te guardamos algo". tendrías que haber visto el antes y después de fiaks. antes: una loca despeinada, groncha, con cara de sueño y muchas horas de trabajo encima. después: una loca despeinada, con cara de sueño, muchas horas de trabajo encima, ropa linda y ojos pintados.
los chicos preguntaban cada medio segundo "cuánto falta, eh?". temprano empezaron los brindis, los aplausos para el asador, el discurso de jonny, la bendición y los villancicos de danielito, las risas, mas aplausos, las visitas, los llamados, y "estás muy cansada, rok?".
llegó la hora de ver por dónde podía entrar papá noel, mientras algunos llenaban el living de paquetes de colores brillantes. y de nuevo las caras de asombro de los mas chiquitos y las sonrisas (y lagrimones, también...) de los mas grandes.
- por qué llorás?
- el humo me irrita los ojos...
- qué humo?
- ehm... mirá, sol! papá noel!
y otra vez me salvé de dar explicaciones. apareció roberto, disfrazado, con una campana y muchos sugus max. lo venían siguiendo los chicos del barrio. hubo flashes y todo fue casi tan mágico como la navidad pasada.
un rato más tarde llegaron más primos. somos de la generación que tomaba leche con levadura; nadie mide menos de 1.75, entonces son inevitables los comentarios de las personas que no vemos nunca: "ay... cómo creciste! la última vez que te vi eras así de pequeñito/a". y también llegó la hora de jugar con los celulares y mandar mensajes de mesa a mesa mientras se intercambiaban copas de sidra.
la noche terminó cuando los restos de papeles y manuales de instrucciones empezaron a estorbar, los efectos del alcohol comenzaron a sentirse, las palabras ya no se entendían, las anécdotas eran repetidas y mis piernas pesaban demasiado.
llegué a casa, escuché radio y desperté al mediodía para seguir comiendo los restos del menú navideño. pintamos velas en familia y proyectamos cosas. los chicos jugaban, afuera la lluvia y brillantina en mi cara. dani paseaba por la casa con una bolsa de caramelos diciendo 'jojojo' y el pan dulce ya estaba seco. pero no hay fotos.

23.12.04

esto no es smc. la mugre es similar, pero las paredes brillan y las luces me dicen las cosas que quiero escuchar.
pensaba en que nadie entiende lo difícil que es caminar sobre sandalias de taco chino entre adoquines.
tomamos agua coloreada en vasos grandes y las semillas de frutilla flotaban en el hielo. recordábamos cosas sin sentido y nos dimos cuenta que a pesar del paso del tiempo seguimos teniendo 15 años. sus miradas me decían: "te tomaste el tiempo-trabajo de venir hasta acá para qué? hay algo que no queda claro. con qué poco te conformás... una vez más, no te entiendo. pero igual te acompaño. allá tú querida amiga". y ahí estábamos, causando estragos por las calles de san telmo, cantando canciones pop por las avenidas, como si las veredas nos pertenecieran.
en la parte más esperada el tiempo pasaba demasiado rápido como para volvernos sin cenar. caminamos esquivando bolsas hasta llegar a una pizzería pronta a cerrar. pizza sin aceitunas + mensajes en servilletas. demasiado perfecto.
y yo brillaba por mi ausencia. brillaba, como las chapas de ro. y el angelito decía "estoy dispuesta a disfrutar de todo lo que la vida me ofrece", lo más acertado en ese instante de nada.
lo olvidé al subir al colectivo. sólo pensábamos en las pocas horas de sueño que quedaban, previas a las 11 horas de trabajo pre navideño. uff...
venía durmiendo con su cabeza sobre mis piernas cubiertas por la pollera floreada ya arrugada por las horas de quietud. algunos miraban imaginando cosas y yo sonreía. lo poco que tenía quedó en el último asiento del 130.
cancelamos cuentas y nos despedimos hasta quién sabe cuándo. fue lindo. y hasta se acordaron cómo nos sentábamos en el aula de noveno. feliz navidad, rok.