3.4.11

El jueves nació Martín. Nunca antes me había entusiasmado tanto con un embarazo: ropa, tejidos, accesorios... Mi querida Isa, compañera fiel de estudios y momentos gratos e ingratos de la vida, dio a luz a un hermoso niño que me llena de ternura. Sí, sí, claro... a mí los niños en general me llenan de ternura, de ahí mi profesión... pero los bebés siempre me impresionaron y suelo mantener una gran distancia hasta que cumplen más o menos 6 meses. Este es distinto... llegó para llenar de luz la vida de sus papás y la mía. Porque cuando me enteré que estaba en camino, ocupó mi mente cansada de grises con tonos pastel. Y ahora, que puedo verlo y sostenerlo en brazos (y no entiendo cómo tremendo lungo estaba acomodadito en el cuerpecito de mi amiga) me hace sentir insignificante al lado de su ser, tan lleno de paz, tan frágil y con tanta fuerza, tan silencioso y tan decidido.
Quietecito en mis brazos, dormía sin percibir mi pánico a que se caiga. Manitos frías y dedos arrugadamente largos. Cruzamos miradas un par de veces. No quería interrumpir su siesta, pero su pelo es tan finito y sedoso que me creó un hábito difícil de erradicar de ahora en más. Nos llevamos bien... él no se queja de mis mimos y yo disfruto enormemente contemplarlo.
Y es así... la vida es una sucesión de personas, sentimientos, momentos decisivos... y aquí me encuentra, experimentando estados.

1.4.11

Yo, versión -2.0

Mal humor intermitente.
Intolerancia. Poca paciencia.
Flequillo. Caradurez.
Empecé a titular posts y a etiquetarlos. Etiquetar cosas en general.
De repente todo está ordenado y limpio.
No puedo leer nada que tenga más de tres líneas seguidas. (Así no me voy a recibir nunca)
Todas las palabras perdieron sentido.
Me angustia andar por mi barrio. Por la estación. Por la plaza. Esperar un colectivo. Pasar por mis antiguos trabajos. Escuchar motos. Que el 343 pase por La Soñada. No puedo pensar en ir a Tigre, ni a San Isidro, ni a San Martín, pasar por Retiro, por San Telmo... (estar en mi propia casa)
Me dio pánico la posibilidad de trabajar en la escuela de ciegos de Caballito, aunque lo necesitaba y había 3 cargos divinos.
Sí, angustia y no querer estar en ningún lado.
Detesto cosas que antes adoraba.
Casi no veo tele.
Casi no escucho música.
Casi que no soy yo.

Era una niña feliz, soy una mujer apagada que toma valeriana por las noches.

Es increíble cómo te puede cambiar la vida en cuestión de cien caracteres. O menos.