29.7.11

Felicidad, río y mucho sol. Atravieso algunos kilómetros y todo vuelve a ser tedioso.
Todo amargo, tanto y más que el pomelo rosado que compartimos con el Negrito esta tarde:
Renunciar a todo un sueldo a cambio de algunas horas diarias de tranquilidad.
Mi viejo está demasiado senil. Muy pronto, muy rápido, muy triste.
Madre teme morir de madrugada y que nadie se dé cuenta.
Yo, harta de todo.
Carrera que no disfruto continuar.
Exámenes a los que asisto sólo para justificar la licencia en el trabajo.
Trabajo hermoso al que no puedo dedicarle cuerpo, alma y mente como merece.
Angustia.
Cáncer es una palabra demasiado corriente últimamente.
Aburridísima de ser complaciente 24hs.
Gente hermosa a la que prefiero evitar durante los próximos 5 meses.



14.7.11

Y mágicamente, tengo poco tiempo disponible para pensarte. Pero cada vez que ocurre, te reto y desaparecés tan rápido como apareciste. Es una especie de entrenamiento mental, no me va tan mal. En realialidad, cambiaron los tiempos. Antes los pensamientos eran contínuos y constantes, ahora los compacto en un sólo momento de la semana, entonces pareciera que duele menos.
De pronto volví a maquillarme los ojos, a vestirme menos cómoda y menos desarreglada, aunque el trabajo no acompañe. Hasta me tomo el tiempo de peinarme y usar secador.
Camino por los lugares de siempre sin que se me haga un nudo en la garganta. 

13.7.11

El niñito de la risa nerviosa y extremadamente contagiosa, dijo muy convencido una mañana: "Yo no me llamo Andrés, hoy me llamo lluvia".