23.2.10

necesito mi libreta naranja. empieza la búsqueda. encuentro tres libros sobre ceguera que debo espiralar. los separo. sigo buscando, tal vez haya otro. encuentro 2 planillas de evaluación de práctica docente ´08/´09. busco el resto, deberían ser 8. encuentro material didáctico de dichas clases, láminas, fotocopias, ejercicios corregidos. faltan los planes. busco. pienso que tal vez tenga que reimprimirlos. desisto de la idea: la pc sólo funciona en modo a prueba de fallos y el sr. ponja no va a venir pronto con este clima (además es fin de mes, rok!). encuentro mi supercartuchera llena de fibrones bonitos y la única tijera afilada de la casa. me corto el pelo. un poco más, para emparejar. otro poco. me distraigo. abro el cajón e intento guardar ropa recién lavada. imposible, ya hay demasiadas remeras. agarro una bolsa, separo todo lo que no usé este año y que por grande o chico (cada vez menos predecible) no volveré a usar. libero un cajón y medio. me distraigo. sigo buscando los papeles que faltan. recuerdo que la maestra que tenía que completar las planillas nunca me las devolvió y además cambió de escuela. ok, me olvido de las calificaciones y sí voy a tener que reimprimir el resto. me distraigo otra vez y empiezo a ordenar la caja de cremas, perfumes y chucherías varias. se rompe la caja, bajo a buscar otra. me distraigo una vez más y me pongo a armar llaveros. manos sucias y uñas destrozadas. jabón, quitaesmalte, lima y base fortalecedora. busco un lindo color de esmalte y recuerdo que todo empezó buscando la libreta naranja. subo, abro el cajón del escritorio y la encuentro: estaba donde siempre la dejo y nunca busco.

2.2.10


Costó despedirse de la belleza federaense...
De vuelta en el pegajoso Buenos Aires, sniff