4.4.03

Hoy intentaba recordar cuál fue el momento exacto en el que comencé a tomarle odio a los teléfonos.
Según mis archivos, hasta los 5 años tuve una buena relación con dicho aparato.
Era muy común que después de una discusión con mi sra. madre (si, desde siempre "debatimos y hablamos en voz alta"), yo, con mis 3 añitos recién cumplidos marcara el número de mi abuelita y le dijera: "Abue, mamá me retó!". Y al otro día a primera hora venía ella, al rescate. Tomaba varios colectivos y se levantaba temprano para llegar a mi casa antes de que mi mamá se fuera a trabajar. Le preguntaba por qué me había retado. Seguramente había sido algo insignificante, como "no quiere ordenar sus juguetes" o "mirá, me garabateó el libro de cocina!", pero esa era mi venganza: "vos me retás, yo la llamo a la abuela para que te rete" (y acá imaginense una nenita despeinada, con pelo ondulado largo y cara de enojada, sacando la lengua). Ojo por ojo...

[Y al final... no me acuerdo por qué me dejaron de gustar los teléfonos.]

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