31.1.09

Y sí, no me quedó otra que ir a visitar a mi queridísima doctora Ferraro. En la enfermería me tomaron la presión: "Está normal, pero estás volando, ¿estás nerviosa?". Hace tres años que me pregunta lo mismo. Le pregunté si podía pesarme, dijo que sí. "Mmm... 58,100.. 1,75... 5x8... x7... 23...". Justo entró la doctora para rescatarme del cálculo de masa corporal. Sí, tengo 4 kilos y 1cm de altura menos, pero no es voluntario, sino no estaría acá, ¡no oses retarme!
"Uhm... hace un año que no nos vemos... ¿qué anda pasando?" y otras preguntas de rigor que me mantuvieron entretenida unos 40 minutos. Terminamos hablando de su dolor de hombro mientras llenaba papeles varios con órdenes de análisis y nada de soluciones inmediatas.
Salí del consultorio y pedí algunos turnos, pero la señora del escritorio viejo estaba tan entretenida charlando mientras llenaba las fichas que olvidó escribir en mis órdenes... tuve que volver al rato, para preguntarle cuándo debía ir a hacerme la ecografía. "El viernes, a las 11", dijo con aires de obviedad, "cualquier cosa que no puedas venir, llamame". Le sonreí y me alejé, tarareando bajito.
Igual que antes, pero sin fiebre... y no gracias a la medicina.

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