esperábamos en la sala de la maternidad, repletísima de panzonas. el médico equivocó el horario, estuvimos dos horas más de lo que pensábamos. miraba a mi alrededor y todos me gustaban y me despertaban esa cosita insoportablemente cursi... "ayyy, ¡qué monono!": el prematuro, el regordete, el blondo, el morocho, el que todavía no nació.
y me dieron ganas. yo quiero uno, así que... amigas, amigos, media pila, ¡dénme un sobrinito!
1 comentario:
Ey! No hay que poner en los demás los deseos propios. Y tu hijo, ¿para cuándo? :P
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