8.1.16

Ilusa

Si yo ya amé y fui amada, y el tiempo pasó y sanó, por qué mi ser se empecina en querer sentir algo parecido de nuevo?
Si yo ya no tenía más lágrimas para regalar, por qué ahora siento un nudo en la garganta?
Impotencia, se llama. Impotencia por querer que las cosas sean claras, sencillas y fáciles de sobrellevar y no, no importa cuánto me esfuerce, ahí está el paredón. Y yo no voy a saltarlo. Nunca me gustaron las clases de educación física. Eso de dejar la respiración y la sensibilidad de todos los músculos sólo para ver sonriendo a una atleta frustrada en la otra punta. Quise tomarme el tiempo que fuera necesario, tomar medidas, analizar la distribución de cada ladrillo, apuntalar lo que estaban a punto de caerse, sacar las telarañas de los rincones, empezar a pintar con color, de a poco, para no saturar la vista de nadie. Pero para qué? todo ese esfuerzo para darme cuenta de que la pared es infinita. Que no importa cuánto lo intente, ni cuánto lo desee, ni qué tanta paciencia regale, ni cariño, ni ternura, ni nada. Nada, nada. Es eso, no importa otra cosa, es una puta pared.

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