Mientras enhebraba escallas en un alambre con memoria, por un instante todo tuvo sentido. Era la pieza que me faltaba y de pronto vino a mi mente: salita de 3. Mi karma sentimental comenzó a manifestarse allá lejos y hace tiempo, en el jardín de infantes, cuando me enamoré de mi profesor de música tocando el piano. De ahí y hasta fin de 2mil10 repetí la historia, una y otra vez, hasta el hartazgo. No sé de dónde saqué el
gen groupie, pero es un buen momento para extirparlo.
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